Crónica de la presentación de Orlando. Una biografía, traducido por Itziar Hernández Rodilla

Por María Campos Galindo

El pasado 19 de octubre, tuvo lugar en la librería murciana «Colette, leTRAs y TRAgos» la presentación de la nueva traducción de Orlando de Virginia Woolf (Ediciones Akal, 2018). La traductora, Itziar Hernández Rodilla, estuvo acompañada de Nuria Clavero Urdaiz, actriz y filóloga inglesa, que amenizó el acto con la original lectura dramatizada de algunos pasajes del libro.

Desde el mismo instante en el que inició su intervención, la autora de esta nueva traducción de Orlando no pudo disimular que, además de traductora, también es docente. Yo creía haber acudido a la presentación de un libro cuando aquello se convirtió en una clase magistral sobre la vida y la obra de Virginia Woolf de la que fue imposible desconectar. Y eso, en los tiempos que corren, tiene bastante mérito.

Al hablarnos de su trabajo, Itziar dejó constancia de la meticulosa labor de documentación que había llevado a cabo antes de enfrentarse a la traducción de semejante reto, lo que resulta evidente cuando se echa un vistazo a las más de 90 notas a pie de página de las que consta esta nueva traducción. Y el uso del término reto no se hace a la ligera, sobre todo cuando tenemos en cuenta que la traducción más recientemente editada de la obra la llevó a cabo, con más o menos acierto, el escritor Jorge Luis Borges en 1937.

Por este motivo, otro de los grandes méritos que han de reconocerse a la traductora es el de haberse enfrentado a aquellos problemas propios del intrincado estilo woolfiano que en su día el argentino no quiso (o no supo) resolver. Así, mientras Borges obvió aquellos pasajes que consideraba inabordables, Itziar se ha enfrentado con valentía a esas mismas dificultades logrando un resultado más que eficaz: al leer su traducción sientes que estás leyendo a la propia Virginia. Y esto no es más que consecuencia de la delicadeza con la que la traductora trata cada párrafo, frase o palabra del original, logrando así trasladar la musicalidad característica e innata de Woolf a su versión española.

Y, por si traducir a una de las autoras más importantes de la tradición inglesa no fuera ya suficiente desafío, Itziar se ha atrevido también a realizar retraducciones de las referencias a autores canónicos tales como Shakespeare o Jane Austen que la autora incorporó a su obra, en lugar de optar por la opción más práctica y tomar prestadas las traducciones ya consolidadas. La palabra reto, aquí, se queda corta.

Contagiada por el virus de la curiosidad que despertó en mí el cariño con el que la autora hablaba de su trabajo, me atrevo a decir que no fui la única que salió de aquella presentación con ganas de devorar, o redevorar —esta vez con el aderezo personal de Itziar—, esta nueva edición de Orlando.

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